Pensamientos suaves

Pensamientos suaves

Residuo expulsado el miércoles 2 de febrero de 2005

Pensamiento suave, tan exitoso...


Para ser honesto, no viví mucho, pero lo poco que vi del mundo satisfizo mi curiosidad y mi sed de conocimiento. Mi sed...

No, prefiero escribir: “me bastó”.

Es cierto, rápidamente nos decepcionamos de lo que vemos. Tuve la suerte de verlo sólo durante tres días...

Nací en París (tampoco elegimos las aceras de Manila…). Simplemente. Estúpidamente. Pero no idealmente.

Desde el momento en que nací, respiré dióxido de carbono; la de los coches, la inmundicia, lo nauseabundo, ¡no la de los árboles! Además, eso es todo lo que he respirado. Nunca he respirado aire, aire de verdad, ese que se respira en las provincias, en las verdes montañas de las alturas olvidadas del mundo. No lo sé y morí sin conocer su sabor. ¿Tiene uno? ¿O es simplemente más sutil, más claro y más profundamente vivo? ¿Menos mordaz, pero ácido, menos sobrevalorado?

¿Menos derrotado?

¿Existe?

Parece...

Realmente no viví tres días. Sobreviví. Sobrevivió...

Sobrevivió, viejo imbécil.

En cualquier caso, no debería haber nacido aquí, en este momento, en este tiempo, en estos lugares. Creo que es sólo una broma, un chiste malo, una broma...

Los míos están en otra parte.

Pero aun así luché durante estos tres días. ¿Para quién y para qué, Jo? Tú a quien mecían las flores con su vagar en la nieve y en la sangre...

Olvidando a tus enemigos.

Olvidando el tiempo...

Todavía puedo escuchar los gritos de los perros, golpeando con sus pasos los pétalos del amanecer. Sigo sufriendo a pesar de todo, pensando mientras tanto en las alegrías.

Golpeé a esos perros, luché contra sus excrementos, huí de sus excrementos y finalmente, respiré sus pisadas.

Y eso fue lo peor.

Eso no es lo que me mató. No, eso no. Ésta es la naturaleza, la verdadera, la pura, que me ha podrido, pero que en este infierno de asfalto ha excavado hasta la savia de mi alma.

No, lo que me mató fue él, Él, el Otro. Allí, con su pompa fúnebre...

Desde lejos pero no lo suficiente... El Otro.

El otro...

¡CABRON!

No. Quienquiera que me haya matado quizá no sea un imbécil. Quizás no sea sólo un imbécil. Lo único que lamento es no saber adónde iba cuando me pisó. ¿Fue una persona justa, una persona inocente, un animal, o fue un Hombre (con su gran hacha, una vez más)?

Morí sin saberlo. Como el Hombre, que muere sin conciencia.

Morí, sí. Morí en París.

Morí rápida y felizmente, y me compadezco de quien vio lo que yo vi, porque él es Hombre y no puede ser aplastado para acabar con ello.

No morí lo suficientemente rápido, pero morí muy rápido, y eso es algo bueno.

Soy una flor. Soy un pensamiento, Pensamiento, nacido irónicamente en la alcantarilla de un perro parisino, en tu acera, en tu alcantarilla, en tu asco, en tu casa. Y fui feliz de morir, viejos restos humanoides en los albores de tu vergüenza.


Tu VERGÜENZA.


VERGONZOSOS INQUILINOS DE MI TIERRA

Share by: